KAPOOR o el misterio
Se vuelve uno algo italiano cuando comienzas a estudiar medio en serio la cosa del arte. SORRENTINIANO ya es otro estadio.
KAPOOR o el misterio
Se vuelve uno algo italiano cuando comienzas a estudiar medio en serio la cosa del arte. SORRENTINIANO ya es otro estadio.
Conclusiones tras seis horas de estimulante y fructífera lucha contra la dureza de un precioso recorrido de casi 35 kms con 1.500 metros de desnivel positivo.
1. Correr prudente en montaña porque no tienes entrenamiento es simple protección. Sin embargo, se halla un servidor en un proceso de valoración de independientemente mi estado, a partir de una distancias que con la edad se me han ido convirtiendo en respetables, convertir en norma lo de correr prudente. Determinar que esta va a ser siempre la estrategia, fiarlo todo al final, a esa capacidad de subir un punto, de arrear en lugar de arriesgarse a transitar la viscosidad del vaciamiento.
2. Aprendiendo tras la experiencia de la pájara de Trilhos de Burel, por salir más recio de la cuenta, por no valorar la dificultad del recorrido y sobre todo por no llevar ni líquido ni comida suficiente. Cacharras grandes y comida variada y abundante como garantía. En una carrera de montaña pueden complicarse muchas cosas pero no es de recibo partir con errores, no de novato sino de arrogante veterano ya fuera de lugar.
4. Llevaba bastones por mi falta de adaptación pero me ayudaron mucho, tanto subiendo en las mayores pendientes como bajando (evitándome molestias en el psoas), estorbándome solo puntualmente en algún tramo perrero de estos de agatar que tanto le gustan a nuestros hermanos portugueses. Me da que los palos llegaron para quedarse siempre en estas distancias.
5. Indignación antes demasiados residuos arrojados sin cargo de conciencia por nuestras sagradas montañas. Formar parte de los pioneros de la disciplina proporciona perspectiva. La triste conclusión de que con la popularización y la masificación llega la competición como ley, la que prima sobre el espíritu que ha de guiar una prueba desarrollada en un escenario privilegiado y abrumador, el del asombro ante la bella y terrible naturaleza. El desafío y la lucha mal entendidos que me temo mala solución tiene, más que nada por la deriva de gran parte de la sociedad.
6. Recuerdo para atleta fallecido el día anterior en una de las distancias largas. La montaña, la larga distancia, la vida, la muerte, la fortuna, el destino. En paz.
Una recopilación más bien para recuerdo personal. La realidad es que pocas veces me detengo a escuchar un disco completo pero estos podrían ser mis elegidos.
Viejos muy viejos que sorprenden (The Cure) o siguen sin decepcionar (Nick Cave).
Conocidos recientes que aun no decepcionan (Idles, Zack Bryan) o sorprenden. (Father John Misty).
Un descubrimiento, Chuck Ragan, con raíces en dos querencias muy mías: el hardcore y el folk norteamericano.
Será cosa de la edad el escuchar cada día más clásica, sobre todo en podcasts durante mis viajes; esta maravilla, peculiar interpretación en directo de Sokolov podría ser mi disco del año.
Ruinas del convento de Nuestra Señora de Gracia en San Martín del Castañar.
Lindbergh y Ford, filonazis al frente de la Casa Blanca. Bien, en 2025 sabemos que hay tiempo de sobra para adelantar por el carril derecho a la ucronía de Philiph Roth, que no he leído. Sí he visto los cuatro capítulos de esta magnífica serie de la otrora grande HBO. Pasar de responsable de las mejores series de la historia (Sopranos, Band of Brothers, Mad Men, Breaking Bad) a Aventura en pelotas, no ha de ser salto sino precipicio de calidad.
La próxima publicación mis mejores discos 2024.