domingo, 3 de enero de 2016

"De Austerlitz a Ciudad Rodrigo (1805-1812)"





Artículo redactado con motivo de la publicación de la segunda edición ampliada de “De Austerlitz a Ciudad Rodrigo (1805-1812)” de Carlos Bravo Guerreira.

Casi todos  los mirobrigenses sabemos que en el Arco del Triunfo de París, construido para conmemorar la victoria de Napoleón en Austerlitz, hay una inscripción con el nombre de nuestra ciudad. Casi todos podrían contar algo sobre el papel de Ciudad Rodrigo en las guerras napoleónicas, aunque probablemente la mayoría de aportaciones  fueran parciales, aproximadas o inexactas.
He aquí un libro que bien podría servir de fácil puerta de entrada a un conocimiento rico y riguroso sobre el papel de nuestro pueblo en la contienda. 

El libro no es un ensayo o libro de Historia sino una novela histórica. Aunque leí muchos libros del género cuando era chaval y lo considero una perfecta vía para iniciarse tanto en la lectura como en la pasión por la Historia, ahora transito terrenos más áridos o aburridos, ya que  tengo problemas en mi relación con la historia novelada, los mismos que expresan mejor que yo dos autores en sendas novelas históricas sui generis, Emmanuelle Carrère y Laurent Binet en “El reino” y en “HHhH” respectivamente, dos de los mejores libros que he leído últimamente, por otra parte. Ellos creen que es casi imposible construir la voz de personajes de otro tiempo con nuestras palabras, fruto de una mentalidad e idiosincrasia muy distintas; que por mucho que estudiemos la época, siempre habrá algo forzado o impostado en su forma de enfrentarse y contar otros tiempos. Por eso en estos libros que mencionaba, el autor aparece continuamente como tal para expresar sus escrúpulos e inseguridades al describir episodios sobre los primeros tiempos del Cristianismo o Heydrich, el jefe de la Oficina Central Seguridad del Reich.

Sin embargo, la mayoría de lectores no suele tener este tipo de problemas en forma de sensibilidad acusada algo enferma, considerando por otra parte que “De Austerlitz a Ciudad Rodrigo” es una estupenda forma de acercarse a nuestra historia además de a una época crucial en la Historia, la de la incipiente construcción del nuevo mundo que se avecinaba tras la publicación de los  valores de la Ilustración y la Revolución Francesa, a punto de poner punto final al Antiguo Régimen. 
 

 
Hasta ahora me he centrado en Ciudad Rodrigo porque aparece en el título y  porque soy mirobrigense, pero el libro trata de mucho más. Valiéndose de la figura de un oficial francés, Charles Lasalle, se describirá la lenta agonía de las tropas francesas en la península ibérica, casi seis años de ocupación y cinco de guerra, durante los cuales La Grande Armée se convertirá en bastante menos grande, achicando su fuerza, prestigio y leyenda hasta el descalabro final de la campaña de Rusia finiquitada de mala manera a finales de 1812 con unas bajas inasumibles, a la espera del epílogo de Waterloo, tres años después.

El mejor análisis, el balance de la aventura en la península ibérica lo deja escrito para la posteridad su propio artífice, el Emperador, que ya en el exilio de Santa Elena, a la espera de la muerte, escribe:
«Todas las circunstancias de mis desastres vienen a vincularse con este nudo fatal; la guerra de España destruyó mi reputación en Europa, enmarañó mis dificultades, y abrió una escuela para los soldados ingleses. Fui yo quien formó al ejército británico en la Península».

Eso es el libro, algo del retrato de la “úlcera sangrante española”, escalonado en las tres invasiones de Portugal, fracasadas una tras otra, al mando de Junot (1807), Soult (1809) y Massena (1810), situada en el marco general de nuestra Guerra de la Independencia, Guerra Peninsular para los ingleses.

La obra es una ventana idónea para asomarse a lo que ocurrió a nuestro alrededor hace doscientos años, para que cuando visitemos parajes o emplazamientos como el fuerte de la Concepción de Aldea del Obispo,  Almeida y el puente sobre el río Côa, el puente de los Franceses junto a San Felices, la Cañada Real a su paso por Bodón, Fuentes de Oñoro, Arapiles o simplemente caminemos por las calles de nuestra ciudad, lugar importante desde 1808 a 1812,  veamos, además de los combates o batallas que se desencadenaron, también los hechos que condujeron a ellos o sus consecuencias. Una novela  poblada de personajes históricos de primer orden, vistos a través de los ojos de un oficial francés lleno de dudas a pesar de su brillante carrera militar.

Como decía antes, a pesar de ser la novela una vía ligera, la considero rigurosa en la exposición de los hechos puramente históricos, teniendo en cuenta la condición del autor, Carlos Bravo Guerreira, General de Caballería, hoy en el retiro, además de psicólogo, en el que, aun no conociéndolo, seguro se aúnan durante su vida,  pasión y profesión. De ahí la exhaustiva descripción de la organización interna del ejército durante aquella época, con especial atención al caballo, entonces arma de guerra fundamental, de su armamento, de  la cadena de mando entre las unidades, de la táctica y estrategia, de sus movimientos en combate y otros que parecen menos importantes pero son fundamentales para ganar cualquier guerra, de la logística e intendencia. Cuando mi suegro ve la bala de la guerra que tengo, siempre comenta que cómo vendría de tan lejos tanta gente por aquellos caminos, que debió ser un lío del demonio. Ese comentario es más lúcido de lo que parece a primera vista, porque se fija en una de las claves de su desenlace, ya que una de las más importantes razones del fracaso del ejército francés en la península fue el descuidado sistema de abastecimiento, además de las intrigas, indisciplina y divisiones internas entre los altos mandos. 

Libro centrado en el mundo de la alta oficialidad, que nos pone en contacto con los centros de poder,  cuyo oficio es la guerra que, a pesar de despiadada y cruel, se ajusta a unas reglas, a mí parecer algo en contraste con la guerra real, que siempre ha sido y será la brutalmente retratada por un cronista de excepción en la época: Goya. Un mundo, una Europa al borde de la transformación en algo distinto, aunque aquí tocó penar muchos años más por la maldita suerte de sufrir uno de los peores gobernantes de nuestra Historia, el miserable rey felón de infausto nombre. Ese mundo que conecta cultura griega, el orden romano y la moral cristiana que decía Pessoa, además del Humanismo renacentista y las luces de la Ilustración, para producir como fruto nuestra civilización, casi todo lo que somos hoy como sociedad y que a menudo no valoramos lo suficiente.

Al mundo estrictamente militar, también se le  unen trazos más gruesos sobre política, sociedad y economía, donde convive el afrancesado con el guerrillero, o las por ejemplo  curiosas protestas de la opinión pública inglesa contra el mantenimiento de tropas en Portugal por el desmedido coste, lo que parece no alejarnos demasiado de conflictos recientes o por venir, o los precios de las materias primas y evolución de los mercados, lo que da fe de las muchas horas del trabajo del autor para dar una visión más ajustada de la realidad.

La edición fue recientemente ampliada incluyéndose la decisiva batalla de Arapiles en julio de 1812, desastre el ejército napoleónico que acaba definitivamente con sus esperanzas de salir con bien de su expedición tras los Pirineos, y que creo cierra de forma más propia y natural el libro. 

Además se adjuntan láminas, planos y retratos de emplazamientos, batallas o personajes especialmente relevantes de gran utilidad, que ayudan a comprender la información aportada.

Aunque supongo se podrá encontrar en cualquier librería de Ciudad Rodrigo, la segunda edición –la primera era de la Diputación de Salamanca-, ha sido publicada en Artgerust Editores.  

Antes comentaba que no conocía al autor, Carlos Bravo Guerreira. Efectivamente así es; sin embargo, tenemos pendiente una próxima cita en primavera, a fe mía algo novelesca, en el fuerte del pueblo donde nació, en la “Estrella de poniente”. Qué mejor lugar para conocer a un general. 

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