sábado, 19 de octubre de 2019

No haber nacido



La clásica sentencia del sátiro Sileno afirmando que lo mejor que le podría pasar al hombre es no haber nacido, y que si nacía, morir lo más pronto posible, es una línea constante de pensamiento con muchos exponentes, desde  Teognis de Megara al Edipo de Sofocles, desde Shakespeare a Calderón.

En "Cafarnaúm", reciente película libanesa, se da el siguiente paso a tan ilustre y fundada manera de pensar. Un miserable niño libanés de incierto futuro -es un eufemismo-, que transita las calles de Beirut sin encontrarle sentido a la vida, tras ser acusado por apuñalar a un hombre, decide demandar a sus padres por haber nacido. Invisible para todos, incluidos sus padres, el angustiado espectador aguarda y asume su triste destino, el que esa existencia acosada por despiadados carroñeros,  pase de desesperanzada a radicalmente insoportable. 

Me hizo recordar otra película relacionada de hace unos años, en este caso mexicana, "La jaula de oro", también magníficamente protagonizada por actores no profesionales, que narra la peripecia de unos niños guatemaltecos que tratan de llegar a Estados Unidos, esa evanescente tierra de promisión.


En Cafarnaúm, a pesar de la amargura del existir desesperanzado, de nuevo se acaba filtrando una esperanza algo triste y difusa, también con nombre de país, en esta caso Suecia, lo que te hace preguntarte si esa capacidad de anhelar y soñar no será uno de los  rasgos definitorios del ser humano o simplemente su herramienta de supervivencia más poderosa.

Sin embargo "Cafarnaúm" no mantiene el órdago, dando al final cierto respiro, mostrando el burdo farol de que tras cada vida, por difícil que sea, se esconde  una oportunidad. 

En ese sentido la película mexicana es más honesta, termina como empieza, en un callejón sin salida; con uno de los finales que mayor desazón me causaron en los últimos tiempos, por constituir una de esas molestas advertencias que te dicen que esos niños que dejé olvidados en los planos de una película, siguen allí mismo, ahora mismo, caminando al borde esos infinitos raíles sin que haya nada que yo pueda hacer. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario