viernes, 15 de mayo de 2015

10 años de media, mantener la pasión





2003. Había pocas carreras entonces, corría poca gente entonces. Los que corríamos por Ciudad Rodrigo éramos tipos raros, perfectamente identificables. Muchos no entendían por qué lo hacíamos. Hoy muchos de aquellos siguen sin entenderlo, claro, pero muchos otros, algunos más que sorprendentemente, se pasaron a nuestro bando y hoy corren a nuestro lado. Hoy  las tardes mirobrigenses se llenan de tantos corredores que ya ni yo conozco a la mayoría. Quiero creer que factor determinante en el nacimiento de esta escena atlética popular,  fue nuestra media maratón. 

¿Por qué nació la media? ¿Qué buscábamos? Tal vez la respuesta que más se ajuste a la realidad sea la de compartir una afición, más que una afición, una pasión. Pero las pasiones, en principio, positivas, tienen su lado malo. La pasión es buen combustible para comenzar, pero también arrastran un problema: distorsionan la realidad, y ahí están siempre los tozudos hechos para enfrentarse al anhelo de unos pocos.

De frente, de primeras, parece que si eres corredor, no debería resultar tan difícil organizar una carrera, al fin y al cabo conoces el mundillo, pero al final, todo es más complicado de lo que parece. En 2003 éramos 100 corredores, hoy casi 1.000, pero el problema, aunque lógicamente multiplicado, paradójicamente, viene a ser el mismo, viene a ser uno: mantener la ilusión y las ganas frente a la obstinación de unos problemas que nunca acaban de ceder o ser menos.

Es entonces cuando los pequeños reveses u obstáculos que necesariamente se han de presentar cada edición en una empresa de este tipo, pueden minar las fuerzas hasta, si existen fisuras en tu convicción, terminar  por ganar la batalla, como nos ocurrió a los Jaramugos cuando, después de cuatro ediciones, decidimos rendirnos y dejar morir nuestro proyecto.

La recuperación en 2011 fue de la mano de los conocimientos, profesionalidad y recursos de Juan Carlos y su Rincón Oeste. Poco después se incorporaron Cazahitos, a los que sí hay algo que le sobra, es la ilusión por trabajar. Y esa puede que sea la base para que un proyecto como este se mantenga en pie hoy y  por muchos años más: la ilusión y el trabajo.

La clave es engañarse y no creer que tareas rutinarias y engorrosas, lo sean, tratando de mantener en mente un ideal intacto y siempre presente, que no puede ser otro que el de  que esos cientos de corredores que han elegido nuestra carrera como su pequeño o gran reto, que han depositado su confianza en nosotros, además de sus familias y acompañantes, cumplan con sus expectativas y regresen. Y en ello estamos, aún convencidos, fuertes, y pensando ya en 2016, pendientes de si decidimos abrir la mano a más de 1.000 corredores, lo que no deja de provocar algo de vértigo. Se verá.

A continuación seguro charlaremos sobre muchos de esos problemas que nos angustiaron en el pasado o se presentan  cada año,  pero la llave para que todo el circo siga en marcha es creer que diez años después, vuelve a ser una primera edición, que se ha de levantar la carpa de nuevo, o subir el telón y anunciar que comienza la representación una vez más. Ahí deben estar  los nervios, el cabreo, el amago de decisión siempre postergada de abandonar la organización y, siempre, al final –esperemos que mañana por la tarde también-, esa cálida satisfacción que, recurrente y familiar, te vuelve a engañar para susurrarte: otro año más y me retiro.

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