miércoles, 6 de enero de 2021

El arte o los grados de aproximación a la verdad

A cuenta de un texto de Didi-Huberman sobre la valoración de las fotos tomadas en Auschwitz por un miembro del Sonderkommando en el verano de 1944, único testimonio gráfico del proceso (en marcha) del exterminio judío, se fija el marco de su trascendencia a través de sus límites en la comunicación sobre la realidad de lo ocurrido; cómo siendo un testimonio necesario, un trozo de verdad, jamás podrá acercarse a esa verdad. Al final se constituyen en imposible representación del ser, necesario pero esencialmente inexacto, un instante que nos sirve para acercarnos pero nunca llegar a la magnitud del horror. Nos da pie para imaginar, comprometiendo entonces la ética de la imagen para un perceptor que se quedará en lo visible o lo convertirá en icono, pero que, en todo caso, no será la verdad.

El arte como cauce propicio para transmitir el mensaje. El arte como representación, que esencialmente lo convierte en algo ajeno a la verdad, el arte como comunicación. Comenzando la tercera década del siglo XXI se constata la evidente fascinación por la cuestión, a la vista del ingente e inagotable material cultural relacionado con el tema, del más variado rigor, calidad y pelaje, en el que inconscientemente creo subyace el asombro por el hecho de que Alemania, la cultura que junto con la griega y la  italiana del Renacimiento, encarnan las cumbres del espíritu humano, se convirtiera en el instrumento perpetrador de la barbarie más pura y destilada por un enfoque de eficiencia técnica asombroso.  

Yo que he estado en contacto intenso con la cuestión casi desde crio y desde muy variados puntos de vista, si tuviera que elegir lo que entiendo más se debería acercar al horror real del Holocausto, me quedaría con la trilogía de Primo Levi, con  El Hijo de Saúl o las nueve horas de "Shoah" de Claude Lanzman.  Esas obras, esa representación de lo sucedido (negación del ser y la verdad), me transmiten más que el horror, el sinsentido, más que el sufrimiento, el delirio. La acción sin motivo o el azar convertidos en la más exquisita tortura. La supresión de la identidad, de la reflexión, de la humanidad antes del exterminio físico.  





 

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