sábado, 5 de diciembre de 2020

Un párrafo de reflexión a santo de un párrafo sobre una canción

 

A cuenta de la testimonial participación de Springsteen,  descubrí esta canción de Bleachers, el proyecto de Jack Antonoff, parece ser rutilante productor de estrellas pop (Taylor Swift, Lorde, Carly Rae Jepsen)

La canción. 

Con hechuras de clásico pop de los ochenta, como palimpsesto reescrito, varios hilos entretejen tanto la canción como su estética: el pop melódico, cierto fondo turbio de los noventa de ascendencia My Bloody Valentine o The Jesus and Mary Chain, descarado homenaje a las portadas cinematográficas de los Smiths y una canción con una letra que apela directamente a la Carretera del Trueno de Bruce; así se entiende  mejor la participación del Jefe. Hay una chica, hay un diálogo, hay una oferta, está el coche,  la escapada, un par de grandes versos de amor visceral,  está el mañana, el futuro y hasta la redención bajó el capó sin atreverse a nombrarla, porque para eso hay que sentir el arrojo y la incomprensible necesidad de escribir el término con poco más de veinte años.

Me pregunto si este hombre no habrá compuesto esta canción para poder salir en el vídeo en un coche descapotable -ese elemento sagrado de la iconografía springstiniana- con Bruce a tu lado, cantando tus propios versos sobre querer correr -otro clásico del imaginario-  tras el mañana, perseguir cada sentimiento con una chica como tú, con lágrimas negras en la mejilla y capaz de volarme la cabeza ¿Se puede llegar a más alto en el imaginario rock? Cantar eso  junto a un referente cultural del siglo XX, creador de la mitología de la que tú te estás sirviendo, me pregunto si en términos estético-cultural-artísticos no se asemejará a un éxtasis. Y es que esa es precisamente  la cara que pone este hombre cuando mira a cámara, como diciendo: qué, cómo os habéis quedao, más alto no se puede llegar, más alto que dar carne a un símbolo, conducir el coche que nos sacará de aquí y nos regalará el futuro.

La reflexión

Después he leído que el autor explica que la canción refleja realmente un diálogo con su pasado, que la chica es su pasado, lo bueno y lo malo, que habla sobre la necesidad de quedarse con aquellos recuerdos que merecen la pena, que le alimentarán para seguir adelante y dejar atrás todo lo demás. El subtexto y los anclajes emocionales pueden convertir una gran canción en un profundo corredor de inexplorado alcance muy personal.

Mirar atrás, enfrentarse al pasado, ser despiadado, ver poco más que oportunidades y talento desperdiciado. Hipersensible y duro. Apolo y Dionisos. Orden y exceso. Atenas y Jerusalén. Y siempre esa pulsión de autodestrucción disfrazada de pasión. Encontrar el vínculo con la canción, el espejo y ese incómodo e inadaptado yo singular, esa energía brutal sin cauce que aun siento formar parte de mí, su culpa, su dolor, el miedo, la cólera, el  lastre del autorresentimiento, sentirlo transformarse en combustible de oscuro octanaje junto al más limpio de la ilusión,  el rigor y la seriedad en lo acometido y proyectado.  No es tiempo de renuncia sino de aceptación de que fue el desierto necesario condición para renacer, para el verdadero conocimiento, para continuar especialmente entero y lleno de vida hoy.

No es necesario llegar, no es necesario vencer, basta seguir al volante con esa chica como tú que fui yo, con mis heridas autoinfligidas y sus cicatrices que al fin amo y celebro, con esa chica que solo puedo ser yo. Es tiempo de reconciliación. 

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