jueves, 3 de octubre de 2019

Mi mejor historia de la Guerra Civil


Tal vez fue el ruido del Valle y la película de Amenábar, que no pinta ni bien ni mal, o no sé a santo de qué me dio este año el arrebato de hacer un paréntesis en mi normalmente algo indigesta dieta lectora, para encadenar varias historias de la Guerra Civil. Oscilé entre sesgos ideológicos opuestos, desde Payne hasta Preston, pasando por Reverte, del que sin ser historiador, me interesaba la visión de sus artículos de "Una historia de España".

A la vista de lo cual,  y de los libros leídos de juventud, llegué a la conclusión de que el mejor retrato de la Guerra Civil y del país, viene siendo el que hace el ilustre literato  Manuel Chaves Nogales en el libro de relatos "A sangre y fuego".

De todas formas, cuanto más leo sobre el tema,  más me llama la atención el hecho de que la gran mayoría de los que lucharon en el bando de la República, cuyos herederos hoy la reivindican con pasión, se dedicaron a conspirar, denostar y sabotear  de palabra, obra y omisión la que ellos consideraban despreciable república parlamentaria, liberal, democrática y burguesa. Tal vez por eso duelen más esos lodos, esa guerra que bien pocos trataron de evitar.

El prólogo del libro de Chaves Nogales es una verdadera maravilla, en forma y fondo, diez páginas de  maravillosa  lucidez en el reino de la estupidez y la crueldad. Poseído por el mismo espíritu de Zweig, reivindica poco más que sentido común en medio de un atenazador panorama de incertidumbre y temor.

Desde su tristemente jocosa condición de fusilable por ambos bandos, reivindica otra forma de España, donde no se hagan con el control los más trastornaos de cada casa. Una pequeña voz apenas audible entre el ruido de las consignas y las armas.

Por favor, leedlo, merece la pena; hay sentencias que deberían aprenderse, llevarse siempre en la maleta, propicias para cualquier momento y vulgar, más para tiempos convulsos.

Prólogo de "A sangre y fuego"



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