GLOSARIO PREVIO
Ultraman. Prueba deportiva que algo tiene
pero no es triatlón. Se desarrolla durante tres días conforme al siguiente esquema, disponiendo de 12 días
horas cada día para completar la prueba: Día 1: 10 kms de natación y 145 de
ciclismo. Día 2: 274 kms de bicicleta. Día 3: 84 kms de carrera a pie. Hay que
situarse en un contexto extraño al profano donde el prefijo (ultra-,iron-) o el
complemento (extrem, limit) define el prestigio de una prueba y del chalado que
la completa, el finisher en la jerga.
Jaramugada: Competir por competir, pero
disfrutando en la superación. Cuanto más lejos y mayor dureza, mejor. No hay
dolor. Semper finisher. A la gloria atravesando la adversidad. Puede equivaler
en ocasiones a machada muchas veces gestada en la orilla del río entre amigos
mientras suena Cash. Si no hay prueba a la que acudir, se inventa".
(Definición de "Jaramugada" por el Doctor David Diego)
Crisis
de los 50:
Hay unos síntomas psicológicos asociados a esta crisis; como pueden ser
principalmente los de depresión, alteraciones emocionales, irritabilidad más
frecuente que de costumbre y una pérdida de la autoestima.
Durante mis tiempos salvajes, empezaba a sonar aquello del ultraman, aunque no recuerdo que ya se organizaran pruebas en España. La cosa tentaba pero parecía mucho pan pa la perrina, hasta cuando casi nada nos parecía inalcanzable.
Varios años después abandoné el deporte por
completo, me dediqué a estudiar a lo bruto –todo a muerte-, hasta que un día
advertí algo extraño, algo que podría definir como perder el control de mi
cuerpo. Acostumbrado a lesiones o secuelas del ejercicio físico, detecté otro
tipo de taras que me parecían más peligrosas e inexplicables, fruto de la simple
inactividad. Entonces lo asociaba a la afirmación de Damasio, vía Spinoza, de la
mente como idea del cuerpo, como función de las representaciones cerebrales del
cuerpo. No mucho pero en algo se relacionaba con cómo veía yo aquel asunto; y es que
algo echaba en falta, y es que aquello
no iba bien.
A cuenta de ello, de un par de años a esta parte
regresé al redil del deporte cotidiano, sin grandes volúmenes, pero constante. Conozco muy bien mi cuerpo y
después de meses de entrenamiento cruzado (natación, ciclismo, carrera) este
verano no me vi lejos de dónde lo había dejado, me sentí fuerte y me apetecía
probarme. Entonces decidí volver a competir en al menos un par de carreras de
gran exigencia al año (En 2019 Medio Ironman de Salamanca y Desafío Doñana)
para también seguir una preparación previa que me estimulara y me exigiera
afinar.
Ahora me apetecía competir aún más, pero este año no
hay carreras, así que volví a la idea de aquellas locas jaramugadas que hilábamos
entre cervezas en tiempos. Ahora que bebo poca cerveza volvió la idea del ultraman.
Evidentemente, si no me consideraba preparado en mi mejor época física, menos
me iba a atrever ahora (para afrontar un reto de ese tipo con garantías hay que
andar más suelto en la vida, con menos obligaciones: el buey solo...) así que pensé en un medio
ultraman: 5 kms de natación y 75 de ciclismo el primer día, 140 kms de ciclismo
el segundo, el maratón (42 k ms.), el tercero. Lo que viene siendo un ultraman
para flojos.
A todo ello se unió mi reciente cincuenta cumpleaños que casi
me invitaba valorar qué estaba perdiendo sumando años. Un reto algo patético y
pueril, lo reconozco, pero factor ineludible, soy sincero.
Durante pandemias no caben convocatorias para hacer
alguna parte en compañía, con la gran ayuda que implica ese estímulo, solo
comprensible para miembros de la parroquia, así que tocaba afrontar el reto en
soledad, lo que también constituía un obstáculo-estímulo añadido, para qué nos
vamos a engañar. Tocaba lidiar con la larga distancia como mandan los cánones, desde ese diálogo interior que busca tantas veces infructuosamente, razones
en el abismo del agotamiento.
Desde que comencé los 5 kilómetros de
natación (200 largos) albergaba la duda de si no tendría problemas para
completar el primer escalón del reto para casi abandonar antes de comenzar.
Había hecho entrenos de 3 kilómetros pero no había ido más allá, y lo cierto es
que la distancia solo la había completado una vez en mi vida, en una travesía
en el Pisuerga. Pero el neopreno que habría utilizado en el río (hubiera sido
lo suyo, pero por varias razones no acabó de cuadrar la aventura en el final
del verano) fue mano de santo. Pasados los 100, mentalmente todo fue restar y
animarse. (2 horas y 11 minutos)
Los 75 de bici se me atragantaron al
final por el aire en contra de vuelta y porque venía más tostado de lo que yo
pensaba (28 de media), pero seguíamos en carrera. Ahora se trataba de comer y
descansar para el día siguiente.
El domingo los 140 kms de bici los completé camino de Salamanca, con bastante suerte con el aire, con buena mañana pero acabando con el culo pelao de tanto rodar. En los recorridos llanos vas más rápido pero yo tengo querencia por las carreteras de monte (27,5 de media). Sí me noté algo cansado al principio –tal vez solo fuera predisposición mental-, pero me animé al girar, aunque también llegué con la reserva y con esa mala cara que cada día confirmaba para su espanto mi santa al volver a casa.
Quedaba el maratón, sí notaba el cuerpo
cansado, lo suyo hubiera sido elegir un asequible perfil plano de asfalto pero decidí tirar
hacia Fuenteguinaldo por la cañada, con lo que prácticamente vas ascendiendo desde
casa por un recorrido precioso. Sí he tenido la impresión de que gasté más energía de la cuenta con tanta
cuesta y con tanto aire en contra, aunque hay que reconocer que el vendaval de
culo bien que se agradeció de regreso, llegando a casa con todo el cuerpo dolorido, jodido pero contento, como en los viejos
tiempos (4 horas y ocho minutos). Y hoy mejor recuperado de lo esperado.
Objetivo cumplido, gratamente
sorprendido de casi poder hacer lo mismo que antaño, pensando en retos
inventados y en alguna carrera oficial cinco estrellas, de las que lucen en el curriculum. Valoraremos cuando acabe
la pesadilla.
En alguna ocasión escribí sobre qué mal llevaríamos el declive físico los que gustábamos de estas locas aficiones. Bien, parece ser que aún no es la hora. No sé por cuánto tiempo, pero sigo manteniendo el control, decido qué quiero hacer, lo hago, no pudiendo estar más que agradecido por este sorprendente e inmerecido privilegio.
Bien, se trata solo de disfrutar, la
única respuesta es la acción, la única respuesta en la vida es la voluntad,
sea corriendo, estudiando o redactando pliegos de contratación.
Disfrutar, solo respirar.
Ya lo decía Virgilio: Vires Acquirit
Eundo (La fuerza se adquiere avanzando).
No hay más.
Y mira que se me olvidaba, como en los viejos tiempos, el grito de guerra: "¡¡¡YO SOY ESPARTACO!!!"
Amigo (virtual) mío. ¡Cuánto tiempo sin leer una crónica! Y no solo tuya... enhorabuena. Realmente me asombra el nivel que todavía conservas. Te diré que este verano recuperé mi nivelillo en bici pero correr... correr es otro cantar. Cuídate mucho. Un abrazo.
ResponderEliminarXocas, qué tal, qué bueno verte por aquí; no te creas, este verano sí he dado un salto y en algo me reconozco, sobre todo porque no hago mucho pero sí constante y regular, más que nada porque noté que me sentaba fenomenal. Para el fondo largo no me veo mal, otro tema es la intensidad, ahí creo me costaría más, tendría que entrenar con gente o ir a carreras y eso ya me tira menos porque se sufre más. Sí tengo ganas de ir alguna carrera a probarme pero no el trajín de antaño, del que guarda muy buen recuerdo, por cierto.
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