martes, 8 de diciembre de 2020

Destilar los 42 kilómetros del Risco de Martiago a La Canchera



No se trata de relatar sino de destilar. Inmanente a la esencia del reto es el fracaso, el temor al fracaso. Sobre esa tensión se construye la resistencia. Está la distancia, está el tiempo y estás tú, sumergido en soledad. Una apuesta: 42 kilómetros de media montaña en diciembre. No cabe engañarse, no cuando solo se escucha el íntimo murmullo de corazón y  pulmones. La larga distancia no es más que soledad y diálogo interior desplegados durante algo más de cuatro horas y media. Soledad en la que valerse de armas cinceladas durante muchos años, en la que  interpelar a cuerpo, mente y espíritu, en la que confirmar o desmentir temores, proyecciones y esperanzas  Los kilómetros se suceden, el tiempo transcurre y la tensión cede a mejor o peor. La puesta en común, el reconocerse en el sentir del otro, el compartir es una variante que en principio se antojaría accesoria, que siendo ajena al propio hecho de la lucha individual, se transforma en determinante. Su explicación se escapa pero se constata un día más convertido en una gran mañana de invierno. La experiencia compartida como verdadera experiencia. Pasen estos tiempos raros y  cedan a la que se prevé  cegadora luz de los días en que volvamos a reconocernos y celebrar juntos las montañas.

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