domingo, 27 de agosto de 2023

Generación rock



 De los conciertos de ayer de Ilegales y Loquillo en Salamanca, aparte de disfrutar enormemente de dos de las mejores bandas de la historia del rock español me queda una reflexión para cuatro letras. Y es que siendo perfiles diferentes los de Jorge Martínez y Loquillo, ambos interpretan sus personajes, ejercen de carismáticos oficiantes en una liturgia desfasada, residual y ridícula para el no iniciado.

Ambos reivindican con vigor un género incómodo hasta desde su irrelevancia en tiempos adversos por la marea cultural dominante. El papel de Jorge, más bufón, resulta paradójicamente más cáustico desde su ironía. Denuncia la insoportable censura de lo políticamente correcto que no asfixia por la escasa trascendencia de sus propuestas, concluyendo su lúcido discurso con un “tiempos felices aquellos en que éramos tan desgraciados”. 


Loquillo se toma en serio, encarnado en un papel de estrella que fue asumido antes incluso de serlo, es arrogante desde su seguridad, ofreciendo a cambio una representación irreprochable desde la medida coreografía de su poderosa y rodada banda. El directo eleva la fuerza  de un corpus clásico que casa bien con los nuevos caminos siempre autorreferenciales, partiendo siempre desde la más absoluta profesionalidad y dejando claro que para él el rock sigue siendo algo serio y medida existencial

Y ahí seguimos un público entre los cuarenta y sesenta gozando, observando de reojo quién envejece mejor y sobre todo peor, y empezando a comprender de verdad el valor de ese primer brindis de las abuelas en todas las comidas familiares: que el próximo año nos volvamos a ver, y si puede ser, sobrellevar la vida y la memoria con el anclaje emocional de la buena música, que por razones bien distintas a las de origen, conserva su elemento de rebeldía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario