Hoy Abril cumple seis años. Hoy miro sus fotos y me asombro
de que ya tenga pasado. Ella no verá más que futuro hasta los treinta o
cuarenta años. Conocerá su pasado pero no lo entenderá, porque hasta esa edad
solo existe el futuro. Y me pregunto qué es Abril como unidad o concepto.
Llegó como una suspensión en el tiempo, un paréntesis, un
impasse, una cuenta atrás, un amenazante recomenzar. Y se convirtió en
esperanza y anhelo, miedo y temor, deseo y desvelo, tributo, torrente, escalón
del destino, compromiso, grado de escala, río de tiempo, sangre y destino. Se
convirtió en carne, armazón y esqueleto, en un yo más que yo mismo, en cotidiano
acontecimiento, en asombro y fascinación.
Es miedo, sí, también belleza y amor. Es aprender a prender.
Es alegría. Es vida. Es.
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