No cabe crítica ni análisis serio si todo mi juicio está
condicionado, no ya por la primera de la serie sino por mi relación con esa
película. Resulta asombroso poder recordar tan nítidamente el efecto de aquella aventura en un chaval casi cuarenta años atrás, al salir por la mismita puerta del mismo cine, lo que genera
un efecto entre reconfortante y desconcertante. Esos libros, esas pelis, esos
discos que en la adolescencia delimitan tu relación con la cultura en
particular, con la vida en general. Cimiento, en fin, sobre el que se construyó
y se construye todo lo demás.
Dicho lo cual, no ha lugar a la severidad en este adiós al
compañero y amigo. Me bastaba que todo quedara en su lugar: el amor por la
historia y sus enigmas, un reparto afortunado (la chica Fleabag y el malo
contenidamente despiadado Mikkelsen), las carreras y peleas, los nazis, y sobre todo él,
el doctor Jones. Me vale, digna despedida.
P.S. Mi hija de nueve años ya ha recorrido el camino completo, de la primera a la última, del arca a la anticitera. La semilla, el cimiento.
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